Después de cuatro años, Nuestra Señora de la Esperanza se expone en devoto besamano en su Capilla de los Marineros.
Amanece en el presbiterio de la capilla sobre su peana de besamano, donde ya espera la visita y las oraciones de sus hermanos y fieles devotos.
La Esperanza luce para la ocasión la saya de tisú de plata y la toca de sobremanto, bordadas ambas piezas por las hermanas Martín Cruz en 1968 y 1965, respectivamente.
El manto que porta es el conocido como el de «los dragones», bordado por Esperanza Elena Caro en 1948.
Completa el conjunto un rostrillo de encaje de Inglaterra sobre tejido de plata y su característico pecherín conocido como «el refregador».
Finalmente, sobre sus sienes, porta la corona de oro labrada en Orfebrería Triana con la que la Virgen fue coronada canónicamente en 1984, y luce el puñal de brillantes estrenado en 2022 elaborado con diversas piezas del joyero de nuestra amantísima Señora.
La Santísima Virgen preside un aparato de cultos efímero que simula, en esta ocasión, un salón del trono, en alusión al origen del propio acto del besamano en sí mismo, como ceremonia real.
Como fondo, un extenso telón de terciopelo rojo es precedido por un marco de madera tallada y dorada, obra de Antonio Sánchez, que enmarca la silueta de nuestra amantísima titular, a modo de dosel. En su interior, como fondo, se ha dispuesto el portentoso techo de palio bordado en el taller de Hijos de Olmo, en 1918. Todo ello se encuentra coronado por un manifestador de las grandes solemnidades, propiedad de la Hermandad de la Palma de Cádiz, obra de finales del siglo XVIII.
Delante del referido conjunto se ha colocado el trono, como alusión a que María Santísima, Esperanza Nuestra, es Reina de cielos y tierra por designio divino.
En el resto del montaje efímero destaca el uso de los candelabros de diez brazos de plata de ley, diseñados por Eduardo Crespo y realizados por el taller de Orfebrería Triana.
📸Manu Gómez-Fran Santiago