Queridos hermanos y hermanas:
El próximo martes, uno de mayo, celebraremos la memoria litúrgica de san José Obrero y, con ella, la fiesta cristiana del trabajo. Por ello, dedico mi carta semanal a esta realidad que importa mucho a la Iglesia porque el trabajo es consustancial al ser humano, camino de realización de la persona y condición inexcusable para el bienestar y la felicidad de las familias y de la sociedad. En estas vísperas, saludo cordialmente a todos los trabajadores de la Archidiócesis, a cuantos no tienen trabajo o lo realizan en condiciones precarias o que degradan su dignidad. Saludo también a los jóvenes, víctimas más directas de la crisis económica, junto con las mujeres y los inmigrantes. Manifiesto a todos mi solidaridad y cercanía. Saludo también a cuantos vivís la fe y el compromiso cristiano cerca del mundo del trabajo, miembros de la HOAC, la JOC, Hermandades del Trabajo y la Delegación Diocesana de Pastoral Obrera.
Muchos son los retos a los que deben hacer frente hoy los trabajadores: el desempleo que no acaba, los salarios insuficientes, la explotación de los inmigrantes, los horarios excesivos y la dificultad para conciliar la vida laboral y familiar, problemas que mellan la dignidad de las personas y generan exclusión y pobreza. Estudios recientes nos dicen que en Andalucía el paro afecta a un 24,4 de los adultos y a un 47,9 de los menores de 25 años, mientras que el 33,2% de la población tiene problemas en relación con la vivienda, y en el flanco de la salud, el 24,8% tiene algún tipo de dificultad, todo lo cual genera exclusión social.
Nuestra Iglesia diocesana, fiel al mandato de su Señor, quiere estar cerca de los pobres y de los oprimidos por la injusticia. No podemos tener mejores señas de identidad. Por ello, con la Doctrina Social de la Iglesia recordamos a todos la importancia del trabajo para la realización y humanización de la persona, la relación estrecha entre trabajo y familia, pues el trabajo es el sostén de la familia, y la relación también decisiva entre trabajo y sociedad. Sin trabajo para todos, la entera sociedad se resiente.
Los técnicos de Cáritas nos dicen que uno de los ámbitos que mayor exclusión y pobreza genera es la carencia de empleo, mientras que un trabajo regular y estable dignifica a la persona y cohesiona a la sociedad. Por ello, la Doctrina Social de la Iglesia exige un trabajo digno para las personas y las familias. No puede ser, pues, precario, escaso o que no permita construir un proyecto de vida. Como nos dijera el papa Benedicto XVI en la encíclica Caritas in Veritate, es necesario promover un trabajo decente, que permita vivir con dignidad.
En este marco se inserta la iniciativa diocesana que, que cumple ya su cuarto año, y que hemos denominado Acción conjunta contra el paro, con el lema Ante el parado, activa tu conciencia. Fue promovida conjuntamente por Cáritas diocesana, las Delegaciones de Pastoral Obrera, Pastoral Social-Justicia y Paz, Migraciones, y la Fundación Cardenal Spínola de Lucha Contra el Paro, con el apoyo de otras instituciones y movimientos eclesiales de la Archidiócesis. En las distintas fases de esta campaña hemos ido tomando conciencia de la persistencia de injusticias que afectan a los trabajadores y a sus familias, deshumanizando la vida, precarizando el trabajo, dificultando la vida familiar y los proyectos personales, anteponiendo el beneficio a la dignidad del trabajo y de la persona.
A lo largo de estos años, los distintos grupos parroquiales, comunidades y movimientos, hemos sentido la necesidad de promover y crear un entorno propicio al trabajo decente, que elimine tantas injusticias y sufrimiento, de acuerdo con las exigencias de la dignidad humana y el bien común, tal y como pidiera el papa Francisco en su discurso en el Parlamento Europeo en noviembre de 2014 al afirmar que “ha llegado la hora de construir juntos la Europa que no gire en torno a la economía, sino a la sacralidad de la persona humana”.
Esta tarea, hacer posible un trabajo decente, corresponde a toda la sociedad, pero es también una tarea eclesial, porque lo que está en juego es la dignidad de la persona y la suerte de los pobres. Por ello, invito a toda la comunidad diocesana a seguir implicándose en esta campaña.
Consciente de la riqueza que supone para la Archidiócesis la presencia perseverante de los militantes de los Movimientos Apostólicos, de los equipos de pastoral obrera y de los voluntarios de las instituciones implicadas en la campaña, con mucha gratitud les animo a perseverar en esta hermosa tarea. A todos les invito a seguir recordándonos a todos la dignidad inalienable de la persona, imagen de Dios, y sus derechos inviolables, y que el tesoro de la fe en Jesucristo y su Evangelio es el único camino para la construcción de un mundo más justo y fraterno, como Dios lo soñó.
Para todos, mi saludo fraterno mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla