Después de más de cuatro meses, Nuestra Señora de la Esperanza se repone al culto en la Capilla de los Marineros, tras el proceso de restauración al que ha sido sometida por Pedro Manzano Beltrán, especialista en conservación y restauración de obras de arte.
Amanece en el presbiterio de la capilla sobre su peana de besamano, donde ya espera la visita y las oraciones de sus hermanos y fieles devotos.
La Virgen de la Esperanza luce para la ocasión la saya de tisú de plata y la toca de sobremanto, bordadas ambas piezas por las hermanas Martín Cruz en 1968 y 1965, respectivamente.
El manto que porta es el morado, conocido como el del «Ave María», confeccionado a partir de bordados antiguos provenientes de la cenefa del techo de palio del taller de Olmo de 1918 y de las bambalinas del Convento de Santa Isabel de 1951, enriquecido y pasado a nuevo terciopelo, por el taller de Charo Bernardino en el presente año.
Completa el conjunto un rostrillo de raso de seda blanco y su característico pecherín conocido como «el refregador».
Finalmente, sobre sus sienes, porta la corona de oro labrada en Orfebrería Triana con la que la Virgen fue coronada canónicamente en 1984, siendo hermano mayor Vicente Acosta Domínguez, ofrenda de amor filial de todos sus hijos.