La historia de la conmemoración del IV Centenario Fundacional de la hermandad de las Tres Caídas de Nuestro Señor Jesucristo comienza el Viernes Santo de 2008, cumpliéndose precisamente en aquel 21 de marzo las cuatro centurias de la aprobación de las reglas de la Hermandad. Sin embargo, no sería hasta el mes de septiembre cuando, en cabildo de oficiales, se adopta la decisión de que el Cristo de las Tres Caídas presidiese Solemne Pontifical el sábado 15 de noviembre en la calle Pagés del Corro, ante la fachada del Convento de las Mínimas, a donde sería trasladado en Vía Crucis, y a la conclusión de la Eucaristía, se iniciaría la procesión de regreso a Santa Ana. Este hecho sería así ya que la sede canónica de la corporación se cerraría definitivamente para iniciarse en ella las obras de acondicionamiento y mejora del recinto, lo que motivó que el domingo 21 de septiembre se trasladasen los titulares hasta la Real Parroquia.
El programa de actos tuvo su arranque el 7 de octubre cuando ante el Santísimo Cristo de las Tres Caídas, ubicado en el altar mayor de la Parroquia a los pies de su Madre de la Esperanza, tuvo lugar la presentación del cartel conmemorativo, obra que le fue encomendada al artista trianero Chema Rodríguez.
Un día después, el 8 de octubre, su Eminencia Reverendísima Fray Carlos Amigo Vallejo, Cardenal Arzobispo de Sevilla, acudía a la Casa de Hermandad para inaugurar y bendecir lo que serían los dos grandes proyectos formativos y sociales de la corporación ante el cuarto centenario de las Tres Caídas y los veinticinco años de la coronación de la Esperanza. Por un lado, la Escuela de Teología “Santísimo Cristo de las Tres Caídas”, y por otra parte, el Centro de Apoyo Infantil “Esperanza de Triana”.
La Hermandad, así mismo, editó un boletín extraordinario dedicado a los cuatro siglos de la cofradía de las Tres Caídas, siendo presentado el 14 de octubre, y el día 16, en el ciclo de conferencias que se impartían en el llamado Foro Santísimo Cristo de las Tres Caídas, el profesor universitario y escultor Juan Manuel Miñarro López disertó sobre La Sábana Santa y el Sudario de Oviedo: entre la ciencia y el arte, y posteriormente, el 21 de octubre, la historiadora, investigadora y hermana de la hermandad Amparo Rodríguez Babío pronunció la ponencia titulada: La Hermandad de las Tres Caídas. Una aproximación histórica.
Uno de los actos culturales más esperados fue el que aconteció en la Sala Joaquín Turina de la Fundación Cajasol el 27 de octubre, cuando se produjo el estreno de la película «El sueño de los despiertos», obra dirigida por el joven periodista y hermano José Antonio Rodríguez Benítez. A lo largo del acto, la hermandad quiso rendir un sincero homenaje a quien fuese hermano mayor en 1984, año de la coronación de la Esperanza, siéndole entregada a Vicente Acosta Domínguez una reproducción a escala de la corona de oro de la Santísima Virgen.
A finales de aquella misma semana, el 31 de octubre, se bendecía en la Real Parroquia de la Señora Santa Ana la nueva túnica confeccionada para el Santísimo Cristo de las Tres Caídas y que sería estrenada en los cultos extraordinarios. La pieza seguía el diseño realizado por Juan Manuel Rodríguez Ojeda en 1894 para la primitiva túnica realizada entonces, y cuyos bordados se conservan en un manto de camarín de la Nuestra Señora. En la recuperación del diseño original fueron clave los estudios realizados por el artista y hermano de la corporación Francisco Javier Sánchez de los Reyes, quien plasmó en el papel el dibujo de los bordados, encargándose de la ejecución de los trabajos el Taller de Santa Bárbara.
Para el fin de semana comprendido entre los días 7 y 9 de noviembre, se organizó el I Encuentro Nacional de Hermandades de Jesús Caído. Para este evento confirmaron su asistencia un total de veintinueve Hermandades, procedentes de los siguientes puntos geográficos, enumerados por orden alfabético: Alcázar de San Juan, Algeciras, Alicante, Almería, Arcos de la Frontera, Baeza, Cabra, Calasparra, Ceuta, Córdoba, Daimiel, Elche, Granada, Huelva, Jaca, Jaén, La Línea de la Concepción, Loja, Mérida, Murcia, Osuna, Puertollano, Rota, San Fernando, Sevilla (San Isidoro y las Penas de San Vicente), Torredonjimeno, Totana y Zaragoza.
El primer día, la Parroquia de Santa Ana acogió la inauguración del encuentro, que comenzó con una Eucaristía presidida por el sacerdote Manuel Soria Campos, Delegado Diocesano de Hermandades, y tras ésta, el abogado y cofrade de la Hermandad de San Isidoro Carlos María García Campuzano pronunció una emotiva y profunda meditación ante la imagen del Santísimo Cristo de las Tres Caídas.
La siguiente jornada arrancó a las nueve y media de la mañana en la casa hermandad de San Isidoro, donde se mostró el patrimonio que posee esta Archicofradía, pasándose luego a la parroquia donde reside dicha corporación. En torno a las once se llegaba a la Catedral, visitándose el templo y el tesoro, para arribar al mediodía al Rectorado de la Universidad, ofreciéndose en el Aula Magna de la Facultad de Derecho dos conferencias, la primera a cargo de José Sánchez Herrero, Catedrático emérito de Historia Medieval, quien disertó sobre “La devoción a Jesús de las Tres Caídas. Aproximación histórica e iconográfica”, y en segundo lugar la del sacerdote y hermano Marco Antonio Huelga de la Luz, abordando el tema “El cofrade en la sociedad del siglo XXI”.
Tras un breve descanso, a las seis y media, la Capilla del Colegio del Protectorado de la Infancia acogía la mesa redonda titulada “La vida cotidiana de nuestras hermandades”, participando en ella Alberto Romero Borreguero, Teniente de Hermano Mayor de la Hermandad de las Penas de San Vicente; Manuel Arqueros Cayuela, Hermano Mayor de la Hermandad de la Pasión de Almería; Jorge Ruiz Brú, Hermano Mayor de la Hermandad de Jesús Caído de Ceuta; Jesús Manuel Fernández de Marcos Villar, Presidente de la Cofradía de “Los Moraos” de Daimiel; y Rafael Cebrián Carrillo, Presidente de la Cofradía del Nazareno de Murcia, siendo el moderador el periodista y hermano de la Hermandad Francisco José López de Paz. Más tarde, tendría lugar en Santa Ana la misa de clausura, celebrándola el Director Espiritual y Párroco Manuel de Azcárate Cruzado.
Finalmente, el domingo día 9, se clausuraba el Encuentro en el salón de actos del Colegio San Fernando de los Hermanos Maristas con un concierto de las Bandas de Cornetas y Tambores de San Juan Evangelista y del Santísimo Cristo de las Tres Caídas.
El miércoles 12 de noviembre comenzaba el Solemne Triduo en honor del Señor con motivo del IV Centenario Fundacional de su Hermandad, estrenando la imagen para la ocasión la nueva túnica bordada bendecida casi dos semanas antes. Estos cultos se caracterizaron por ser predicados por varios sacerdotes, así, Manuel de Azcárate Cruzado, Párroco de Santa Ana y Director Espiritual de la Hermandad, ocupó la sagrada cátedra el primer día, mientras que Fray Abilio León Pérez, de la comunidad de Monjes Mínimos, fue la persona que celebró el culto a la noche siguiente, siendo Fray Antonio Rafael Pozanco León, de la Orden de Predicadores Dominicos, quien culminaría con su palabra este Triduo. El último día, el 14 de noviembre, tuvo lugar también la bendición de un retablo cerámico del Cristo de las Tres Caídas colocado en el patio del Convento de las Mínimas.
Amaneció el sábado 15 de noviembre, y el Santísimo Cristo de las Tres Caídas aparecía ubicado aquella mañana en el paso procesional en el que presidiría el Solemne Pontifical que se celebraría ante la fachada del Convento de las Mínimas, para recorrer a su término las calles de Triana. Las andas fueron las del Santo Cristo Varón de Dolores de la Hermandad del Sol, mientras que los candelabros eran los del paso del Señor de la Salud de la Hermandad de la Candelaria, y los faroles laterales procedían de la Hermandad de las Mercedes de la Puerta Real.
A las cuatro y media, las puertas de Santa Ana se abrían de par en par para dejar salir al cuerpo de acólitos que precedía al paso procesional en el que era portado el Señor. Nada más cruzar el dintel, el sol besaba su rostro a la vez que las campanas de la torre parroquial repicaban de júbilo. A continuación, un silencioso recogimiento marcó el rezo de las estaciones del Vía Crucis durante el traslado del Santísimo Cristo, discurriendo por la Plazuela de Santa Ana, Rodrigo de Triana y Luca de Tena, llegando pasadas las cinco de la tarde a Pagés del Corro, donde todo estaba dispuesto para la ceremonia.
La campana de la espadaña del convento indicó a las seis en punto el inicio del Solemne Pontifical, el cual fue presidido por su Excelencia Reverendísima Ignacio Noguer Carmona, Obispo Emérito de Huelva, interviniendo musicalmente la Agrupación Coral Portuense, procedente, como su propio nombre indica, de la gaditana localidad de El Puerto de Santa María.
A la culminación de la celebración eucarística, en torno a las ocho de la tarde comenzaba a salir del Colegio Público José María del Campo –cedido por su equipo educativo para la ocasión– el cortejo de hermanos que acompañaría con cirios, insignias y varas al Santísimo Cristo de las Tres Caídas por las calles de Triana. Abría la procesión la cruz de guía, siguiéndole otras insignias, las cuales fueron el senatus –muy infrecuente su uso fuera de la Semana Santa, aunque se trate de una procesión extraordinaria de una imagen de Nuestro Señor–, el guión de la Marina, el guión sacramental y el estandarte, no figurando representaciones de otras cofradías, que sin embargo sí estuvieron presentes durante el Pontifical.
El caminar de los costaleros se caracterizó porque fue durante todo el tiempo sobre los pies, dando lugar a una estampa totalmente inédita en la manera de procesionar el titular cristífero de la Hermandad de la Esperanza de Triana. A las puertas de su capilla aguardaba la Hermandad de la Estrella, que además de recibir a la cofradía con el estandarte y las varas, formó un pasillo con cirios encendidos integrado por hermanos de dicha corporación. Pasaban las once menos cuarto de la fría noche del 15 de noviembre cuando el paso en el que era portado el Santísimo Cristo de las Tres Caídas enfilaba nuevamente la calle San Jacinto en busca de Rodrigo de Triana.
El frío se hacía cada vez más patente, pero no por ello descendía la asistencia de público, produciéndose auténticas mareas humanas en diversos tramos de la ya citada calle Rodrigo de Triana, muy especialmente en la esquina con el Pasaje de Bernal Vidal. Seguidamente, la comitiva tomaba por Pelay Correa hacia la Plazuela de Santa Ana para regresar de nuevo al templo parroquial. Poco después de la una de la madrugada, el Santísimo Cristo entraba en el interior de la parroquia.