El primer dato histórico sobre un Paso encargado por la Hermandad, pero que no llegó a ser usado por la imagen, data de 1704. El siguiente realizado, se contrata en 1707, y parece que pudo conservarse y utilizarse durante los siglos XVIII y XIX, de madera tallada y dorada.
Durante el último siglo señalado, parece que tiene lugar el primer intento de agrupar un Paso de Misterio en torno al Santísimo Cristo, aunque reduciéndolo a dos figuras más, sin incluir el cirineo que parece acompañar al Cristo, al menos, desde el siglo XVIII. Este intento parece que fue efímero en el tiempo, y no llegó al segundo cuarto de ese siglo. Tras la reorganización de la Hermandad, y por pocos años, se utilizan unas andas que parecen provisionales, muy humildes y sencillas, y sobre todo, sobre las que se colocan los candelabros del antiguo Paso del Nazareno de la O.
En 1894 se estrenan unas andas de madera tallada y dorada, muy ricas y aún pioneras para su tiempo, ya que se mantendrán en su estado original, salvo ligeros retoques, hasta 1938. El cambio transcendental vino en los primeros años cuarenta del pasado siglo, cuando se estrena el misterio concebido por Antonio Castillo Lastrucci, y se amplía el paso preexistente. También en esos años, la imagen deja de utilizar túnicas bordadas que hasta entonces siempre lució en el Paso procesional. A principios de la década de los setenta, se estrena el Paso actual de Guzmán Bejarano, y se suprime del Misterio la figura del sayón negro.
Cambios en la disposición del Misterio
El 14 de Marzo de 1962, en Cabildo de oficiales, el Hermano Mayor plantea un asunto ya tratado en anteriores ocasiones pero no resuelto; la situación y visibilidad de la imagen del Cristo de las Tres Caídas en el Paso de Misterio. Tras larga deliberación se acuerda colocar dicha imagen en la delantera de las andas y el resto de figuras, según dicta el sentido común. En carta remitida al Vicario General para comunicarle dicha decisión, consta el verdadero motivo de este cambio; se ha llevado a cabo por la inspiración recibida de la comisión de arte religioso, que en repetidas ocasiones lo ha indicado.
Diversos autores, entre ellos Roda Peña, se hacen eco de un dato transmitido por tradición oral; el Director Espiritual, D. José Sebastián y Bandarán, fue uno de los principales, sino el principal promotor de esta reforma o cambio en el Misterio. Se decide convocar a los Señores miembros de dicha Comisión para que asistan al replanteo de las figuras a la hora de montar el Paso en la Iglesia de San Jacinto, lo que realizan efectivamente, firmando un informe el 11 de Abril de 1962, y resultando ser los pintores Santiago Martínez y Alfonso Grosso, además del arquitecto Aurelio Gómez Millán.
El Paso actual de Manuel Guzmán Bejarano (1970-1973)
El Paso anterior, ampliado y reformado de Salvago y Cía, aún cuando cumplía muy dignamente su misión y era monumental en sus dimensiones, quedó ya atrasado con respecto al gusto de la época en la segunda mitad de los años sesenta, cuando los tallistas sevillanos, con Guzmán Bejarano y Antonio Martín Fernández al frente, habían hecho evolucionar el estilo y habían realizado algunas andas que sorprendieron a la Sevilla cofradiera por su esplendor y riqueza de talla hasta entonces nunca vista en esa forma. Ante ello, surge la inquietud por realizar un nuevo Paso de Misterio, alimentada por quien conocía perfectamente dichos gustos estéticos y avances técnicos de aquel momento, como D. Antonio Sánchez González, mayordomo que fue de la Hermandad y muy ligado a ella. De oficio dorador, ya realizó el del Paso de Cristo en su momento de ampliación y reforma. Debido a esa dedicación profesional, mantenía una estrecha vinculación con tallistas y artesanos, en especial, con Manuel Guzmán Bejarano, también trianero de nacimiento y querencia.
En la Hermandad se decide realizar dos votaciones y deshacer el entuerto, una primera para el asunto del Misterio, y otra segunda para el boceto del Paso. Ya el grupo escultórico fue objeto de comentarios y polémica dentro y fuera del seno de la Hermandad, llegando a la reestructuración del mismo de 1962. Para el Cabildo, fijado el 27 de Junio de dicho año de 1968, cada grupo de hermanos se emplea a fondo y recaban opiniones. Entre los que optaban por la supresión del Misterio, figuraba el entonces Director Espiritual Sebastián y Bandarán, y entre otros, el Hermano Mayor D. Manuel Bellido, firme defensor de la propuesta de procesionar la imagen del Santísimo Cristo en solitario, y promotor del proyecto que más abajo comentaremos. A todo esto, Cayetano González envía un escrito a la Hermandad en el que arremetía duramente contra el Misterio, considerándolo descompuesto y carente de valor artístico. En parecidos términos, se expresa en su escrito Sebastián y Bandarán. Al final, el resultado del Cabildo no dejó lugar a dudas; 65 votos a favor del Misterio y 35 a favor de la supresión. Escasos meses después, en Octubre, se vota el proyecto de Paso, siendo elegido el proyectado por Manuel Guzmán Bejarano.
A los pocos meses, se recibe otro proyecto y su consiguiente presupuesto, además de algunas consideraciones sobre el mismo. Ideado y dibujado por el propio Cayetano González, ignoramos las razones por las que llegó a la Hermandad fuera de plazo tras haberse realizado ya la elección del diseño, y después de haberse votado la cuestión del Misterio y su mantenimiento, puesto que este proyecto de Paso estaba destinado a albergar solo la imagen del Santísimo Cristo de las Tres Caídas y la del Cirineo. No obstante, la Hermandad como tal, lo acogió el 27 de Enero de 1969, y según información y tradición oral en la Hermandad, recogida por la profesora García Olloqui, estudiosa de la obra de Cayetano González, iba a ser donado a la misma por un grupo de hermanos.
Tomados y rubricados unos acuerdos en Cabildo General de hermanos, este interesante proyecto no tenía ya el cauce adecuado, con lo cual se comienza la construcción del Paso por Manuel Guzmán Bejarano. Este tallista, ya había ejecutado las andas del Cristo de las Almas de la Hermandad de los Javieres, donde había innovado en los marcados entrantes y salientes del canasto, creando claroscuros y colocando en ellos pequeños candelabros de guardabrisas. Todavía experimentando en esos años nuevas formas en los trazados de planta de sus canastos y en los juegos de luces, disponiendo candelabros de guardabrisas en lugares poco comunes pero que podían dotar de una gran riqueza lumínica al conjunto, veremos como en el Paso del Santísimo Cristo de las Tres Caídas experimentó con lo segundo, pero apenas pudo en lo primero.
Contemplando el boceto inicial del proyecto, (además de poseer maniguetas que nunca llegaron a ejecutarse, quizá por ir a lo práctico, dada la estrechez y angostura de la Capilla), podemos apreciar que Guzmán Bejarano tenía pensado una canastilla con mayores curvas en su trazado y por ello un mayor juego de planos entrantes y salientes, aún cuando el resto del conjunto se mantenía tal cual como está hoy. Pero aunque las actas silencien la intrahistoria de la construcción de este Paso, no es difícil intuir el porqué de esta modificación. Es sabido el problema ya puesto de manifiesto a la hora de ampliar el Paso en 1940, del abigarramiento y la debida y equilibrada composición de las figuras del misterio y del titular.
El tallista, probablemente advertido por el dorador y hermano Antonio Sánchez González, que conocía de primera mano todo lo referente a este particular, redujo así la superficie útil para abrir las figuras que se perderían de haberse marcado esos entrantes en el canasto. También redujo en cierta forma el movimiento del perfil del canasto, de su silueta, que aparece en el boceto con algo más de bombo, es decir, estrechando a medida que se proyecta en altura. Pero la habilidad y la sabiduría de este gran artista, hicieron que esas modificaciones fueran respetuosas en todo momento con la idea original del proyecto; que la reducción del movimiento en planta no le restara claroscuro a la canastilla, y la del perfil y el bombo, no le quitara gracia ni barroquismo. Como punto más original de la iluminación, además de los candelabros de guardabrisas consabidos en los laterales y las esquinas, que se alargan hacia los costados, añadió justo debajo de estos últimos, otros de tres brazos que le permitían bajar todo lo posible algunos puntos de luz, que se enroscaban ya entre las labores de talla de la canastilla, creando efectos lumínicos en la noche de claroscuros y por lo tanto mayor riqueza de planos.
Ese estudio de la iluminación, uno de los mayores méritos artísticos de toda la obra de Guzmán Bejarano, es uno de los principales méritos de este Paso, pues se ilumina así el misterio, la imagen titular y el propio canasto, resultando espectacular la visión del conjunto especialmente y tal como hemos anotado, de noche, momento en el cual realiza su Estación de Penitencia la Hermandad. Ya en 1970 se estrenan los respiraderos, acoplados a la antigua mesa o parihuela pero todavía con la misma canastilla. Al año siguiente, en 1971 se estrena la canastilla y los candelabros, a falta del dorado y las cartelas. Al procederse al montaje de las figuras del misterio en la nueva canastilla, es cuando se prescinde del uso de la figura del sayón negro tras probarse diversas perspectivas, composiciones y alternativas.
Finalmente, en 1973 se estrena el dorado, realizado por el hermano Antonio Sánchez, y las cartelas en plata realizadas por Villarreal, que representan los bustos de los evangelistas en los respiraderos, ángeles sosteniendo el escudo de la Hermandad en el frontal, y la idea de realizar las cartelas en plata que venía heredada del anterior canasto, donde fueron realizadas por Andrés Contreras como vimos, y donde también se incluían los bustos de los cuatro evangelistas, aunque en las esquinas y no en el respiradero. También se realizaron unos nuevos faldones de terciopelo burdeos por las camareras de la Hermandad dirigidas por Ana Ruesga Salazar, añadiéndoles bordados que provenían de las antiguas bambalinas interiores del Paso de la Virgen, que habían sido renovadas a primeros de los años setenta por el taller de Caro.
Las últimas reformas datan de la década de los noventa. En 1993, comienzan a estrenarse unos nuevos faldones de terciopelo burdeos, con broches y cartelas en el frontal y en la trasera, que presentan escenas bordadas en sedas de colores como el encuentro en la calle de la Amargura y la Crucifixión. Dichos bordados fueron ejecutados por los Talleres de Caro sobre un dibujo del orfebre Juan Antonio Borrero, y fueron concluidos al año siguiente.
Ante el desgaste y el deterioro del dorado del Paso de Cristo, se acuerda en Cabildo de oficiales volverlo a dorar, además de realizar cuatro ángeles que se colocarían en las esquinas del Paso, realizados por Luis Álvarez Duarte con distintas posturas y caracterizaciones. También se policroman las escenas realizadas por Villarreal en plata, estrenándose todo en 1996, volviéndose a platear nuevamente años después. Por último, cabe destacar el estreno de una nueva cruz de material sintético, menos pesada y más apropiada por tanto para que la porte el Señor sin daño posible, por el hermano Francisco Rodríguez Fernández, estrenada en al año 2005.
IMÁGENES SECUNDARIAS DEL MISTERIO
La Hermandad contó a lo largo de su historia con varias imágenes secundarias (cirineos y sayones), aquí solo apuntaremos las que posee actualmente, esto es, las realizadas por el escultor Antonio Castillo Lastrucci a partir de Julio de 1938, fecha del Cabildo General Extraordinario en que se aprobó el boceto del nuevo misterio realizado por él mismo.
En un principio fueron once las imágenes contratadas por la Hermandad, incluyendo el caballo y dos niños, en un precio de 20000 pesetas. Finalmente, el número de imágenes se redujo considerablemente y la composición de las figuras del misterio cambió sobre el boceto original (cuatro imágenes menos), sobre todo por cuestiones de espacio y para dejar más a la vista a la imagen del Cristo, por lo que el costo total de la obra se redujo a 12000 pesetas.
Todas las imágenes del misterio son de madera de cedro y pino de Flandes, policromadas, de tamaño natural y originalmente con las vestiduras talladas sobre la propia madera, configurando así un grupo plenamente escultórico. Todas las imágenes fueron restauradas entre 1994 y 1995 por José Francisco Rodríguez Fernández.
Simón de Cirene
La imagen del Cirineo fue la primera en realizarse, terminándose en 1939, y estrenada en la Estación de Penitencia del 7 de Abril de 1940, junto con las tallas del esclavo negro y las mujeres con el niño. La imagen del Cirineo (1.60 m de altura), fue valorada en 2000 pesetas. Entre 1960 y 1965 se interviene en la imagen realizándole nuevos ropajes de telas encoladas. Su disposición e iconografía es la común entre los Cirineos de nuestra Semana Santa, de aspecto maduro, barbado, en pié y sujetando el extremo de la cruz con sus dos manos.
Esclavo etíope
La imagen del esclavo etíope fue tallada en 1940 y procesionó desde ese año hasta 1962, en que fue suprimida del misterio, para una mejor visión de la imagen del Santísimo Cristo. En el paso sostenía una soga que ataba al Señor, mientras seguía las instrucciones del Centurión a caballo. La imagen fue cedida en depósito a la Hermandad de Jesús Despojado, para formar parte del misterio de esta querida cofradía entre 1975 y 1998, año en que se hicieron nuevas imágenes y fue devuelta, conservándose en las dependencias de nuestra Hermandad. Fue restaurado en 1999 por el escultor Ramos Corona.
Mujeres y niños
El grupo de mujeres y niños fue realizado en 1940 y fue valorado en 4000 pesetas junto con la imagen del esclavo negro. Representa a una mujer arrodillada con su hija en pie a su izquierda y portando a un niño entre sus brazos. Aunque poseen las vestiduras talladas sobre la propia madera, desde los años sesenta se adornan con ropajes de tradición hebrea. Representan a las mujeres de Jerusalén del pasaje evangélico. Su disposición en el paso también ha sido varias veces cambiada como ocurre con el resto de las imágenes.
Centurión a caballo
El misterio se completa con el centurión a caballo, grupo estrenado en la madrugada del Viernes Santo del 11 de Abril de 1941. El centurión monta sobre caballo tordo abriendo la comitiva e indicando el camino a seguir hacia el Calvario. El grupo fue valorado en 5.500 pesetas y posteriormente se le gratificó al escultor con 1.500 más por el resultado. En Marzo de 1973 se restauró este grupo escultórico por Antonio Sánchez González, quien intervino en el Centurión para poder acoplarle coraza, casco, y faldellín, volviendo a policromar la imagen.
En la actualidad se atavía con una coraza de plata labrada y dorada, casco a juego con plumas blancas, espada corta cogida a su cadera izquierda, túnica corta o faldellín granate, y capa del mismo color adornado por una cenefa bordada con greca geométrica. Su disposición en nuestros días es la original, tal y como la concibió Castillo Lastrucci en el boceto, imprimiéndole gran personalidad al misterio y destacando la pata izquierda del caballo levantada y avanzando respecto al canasto del propio paso.