Esperanza de Triana

Cincuenta años de hermanos en la Esperanza de Triana

Mucho ha llovido desde 1970, aquella fecha en la que nuestra capilla de los Marineros tan solo tenía una nave y todos nuestros titulares se miraban entre sí.

Aquel año, por cierto, se estrenó el actual paso de misterio, obra de Guzmán Bejarano, aún en madera. Allí, hasta aquel sagrado e íntimo recinto de la calle Pureza, fueron llevados de la mano por sus padres o abuelos, por algún amigo o, tal vez, por propia voluntad, los hermanos que ahora han cumplido sus bodas de oro de pertenencia continuada a esta hermandad. Pero todos acudieron porque, de una forma o de otra, los llamó el Santísimo Cristo de las Tres Caídas y Nuestra Señora de la Esperanza.

Y cuántas vivencias desde entonces, cuántas noches de cultos, cuántas madrugadas de Viernes Santo hasta sin puente de Triana justo en la década en la que estos cofrades ingresaron en nuestra corporación… Y cuánta historia se ha escrito desde entonces: la primera ampliación de la capilla, la coronación pontificia de la Esperanza, las restauraciones de nuestras imágenes, la participación de nuestro titular cristífero en el Santo Entierro Magno de 1992 y en el vía crucis de las hermandades en 2006, el cincuentenario del Dogma de la Asunción, los veinticinco años de la coronación de la Virgen, las últimas obras en nuestro templo y en la casa de hermandad y, hasta por dos veces, un cuarto centenario: el de la primitiva hermandad de las Tres Caídas y el de la fusión de ésta con la Esperanza, el nuevo retablo del Santísimo Cristo… Y el Año Jubilar, ese 2018 tan reciente que aún late en nuestros corazones.

En estos 50 años también se nos habrán ido muchos seres queridos, pero también han llegado amores, hijos, sobrinos y nietos, asegurándose así este legado de Esperanza. Felicidades, hermanos, por vuestras bodas de oro, que aunque de forma distinta por la actual situación sanitaria hemos podido celebrarla. Y que en 2045 vivamos junto a vosotros vuestras bodas de platino.