A partir de hoy, Viernes de Dolores, de cara a la Semana Santa del presente año y a causa de esta pandemia que aún nos asedia, nuestras imágenes titulares se muestran ubicadas en sendos altares efímeros que se sitúan en sus respectivos presbiterios, de modo que puedan ser venerados, de manera excepcional, durante los próximos días sacros al no haber por segundo año consecutivo estaciones de penitencia.
Por este motivo, y de manera histórica, se ha decidido recrear los altares erigidos en el antiguo Convento de San Jacinto durante la Semana Santa de 1932, fecha en la que por la situación política sobrevenida por el advenimiento de la II República, nuestra cofradía tampoco pudo realizar su estación al mayor templo metropolitano.
Así, tal y como se hizo hace ochenta y nueve años, el Santísimo Cristo de las Tres Caídas y Nuestra Señora de la Esperanza se han situado sobre unas superficies de carácter vegetativo, simulando el primero la calle de la Amargura y la segunda el monte Calvario. La imagen del Señor, así mismo, se ha enmarcado bajo un arcosolio dorado, fabricado con el retablo-marco de las Ánimas de nuestra capilla.
Nuestra Señora de la Esperanza, por otro lado, se ha puesto a los pies de una cruz con un sudario a modo de soledad. Como curiosidad, este leño es el mismo que se colocó en 1932, pues pertenece a nuestra querida Hermandad del Baratillo, que gentilmente nos la ha vuelto a ceder, junto con un sudario.
El Santísimo Cristo viste una nueva túnica de un rico damasco de seda, portando las potencias de plata de principios del siglo XVIII, junto con la cruz de sección cuadrada fileteada en plata de 1922.
Nuestra Señora de la Esperanza estrena saya y manto de tercipelo, rojo y azul respectivamente, realizados por Dolores Romero, colores usados por aquel entones, y un tocado de brocado italiano de finales del XVIII. Igualmente, porta el fajín que bordara Julián Torres en el año 2014 y que donara un grupo de hermanos.
Fotografías:Manu Gómez-Manuel Llorente-Javier Montaño.